¿Existe la depresión navideña?
Sabemos que muchos pacientes con depresión sienten un empeoramiento de su estado anímico con la llegada del otoño. En general, todos nos notamos un tanto apagados durante estos meses por vivir días más cortos y -posiblemente- con menos oferta de entretenimiento.
Sin embargo, y con independencia del diagnóstico clínico, muchos son los pacientes que acuden a mi consulta en estas fechas y me comentan que se sienten tristes, melancólicos. O mejor dicho, nostálgicos. Al profundizar en estos sentimientos, con inusitada frecuencia encuentra por respuesta que la Navidad les deprime.
Entonces me planteo ¿por qué, si la Navidad siempre ha sido la época de los reencuentros, de la felicidad, del compartir con nuestros seres queridos, resulta tan triste? ¿Por qué las personas ‘se deprimen’ en Navidad?
Probablemente casi todos guardamos muchos recuerdos infantiles sobre esta época del año. Quizás incluso la esperábamos con ilusión ya no sólo por los regalos de los Reyes Magos o de Papá Noel, sino por el reencuentro con nuestros familiares y la alegría que ello nos hacía sentir. Incluso todos estos pacientes que me comentan sentirse ahora tristes por las Navidades, guardan estos bonitos recuerdos de estas fiestas pasadas.
Pero al ir haciéndonos mayores vamos adquiriendo nuevas responsabilidades y -sobre todo- vamos asistiendo a cómo nuestros lazos familiares evolucionan o simplemente cambian: algunas personas muy queridas ya no están, otras se han distanciado, hemos creado nuestra propia familia y nos tenemos que repartir… Son muchas las razones por las que año tras año vemos cómo las cosas, los planes y las personas cambian.
Así pues, la Navidad representa esa época en la que somos más conscientes de la evolución que va sufriendo nuestro entorno y que sufrimos a lo largo de los años, y nuestros sentimientos al respecto se tornan más intensos, lo que hace que a veces nos sentimos tristes y entremos en ese estado comúnmente denominado depresión navideña.
Si -como muchos de mis pacientes- nos encontramos atravesando por un episodio depresivo, es probable que estas fechas con sus sentimientos de nostalgia y melancolía asociados nos hagan temer que retrocedamos en nuestra mejoría, pues percibimos un entristecimiento que a podemos confundir con la tristeza vital más característica de la depresión.
Lo cierto es que no necesariamente se trata de un empeoramiento: no deja de ser una reacción posible, normal e incluso (según las circunstancias personales) esperable ante lo que representan estas festividades y nuestra realidad personal. Tener esto presente no sólo debe servirnos para contextualizar los síntomas de la depresión sino también para no perder de vista los avances que conseguimos en el proceso de recuperación, que siempre resulta necesario.
Por todos estos motivos, ya no sólo a mis pacientes afectados por una depresión sino a todas las personas que me comentan sus reticencias sobre las fiestas, siempre suelo recomendar centrar nuestra atención en aquellos aspectos de la Navidad que nos aporten sentimientos positivos: de esa manera podemos empezar a crear nuevas asociaciones y vínculos sobre los que poder construir experiencias más satisfactorias que nos permitan medir nuestro crecimiento y evolución personal, mirando siempre adelante con optimismo y entusiasmo, y para recuperar la ilusión.
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