El cuidado de la salud mental en la infancia y la adolescencia es una preocupación primordial para las familias. De la infancia parte la vida de la persona y por eso es un período que debemos cuidar especialmente.
Nuestro trabajo abarca la evaluación, diagnóstico y tratamiento en los siguientes campos:
La anorexia es un trastorno de la conducta alimentaria.Se caracteriza por el deseo u obsesión de adelgazar.
Es un trastorno que se caracteriza por la percepción distorsionada del propio cuerpo que hace que el enfermo se vea con más kilos de los reales y esto le lleva a buscar la disminución progresiva de peso a través de la disminución de la ingesta de alimentos que puede llegar a producir una desnutrición grave.
De cara al tratamiento, el primer paso es ayudar a que la persona sea consciente de que padece un trastorno, la mayoría niegan tener un trastorno alimentario y buscan ayuda solo cuando la anorexia se encuentra en una etapa avanzada.
La bulimia es un trastorno de la conducta alimentaria en el que el paciente ingiere grandes cantidades de comida en muy poco tiempo (“atracones”). Tras los atracones suelen sufrir arrepentimiento y a menudo tratan de compensar el exceso de alimento ingerido provocándose el vómito, utilizando laxantes, etc. Los pacientes suelen tener mucho temor a engordar lo que puede acabar influyendo en su estado de ánimo.
Los afectados alternan fases de gran ingesta de alimentos seguidos por otras de vómitos auto provocados o consumo excesivo de laxantes. Para el afectado la fase de “purga” o vómito es una fase de compensación por el “atracón” anterior.
Es un trastorno que tiene una mayor aparición en las mujeres que en los hombres, siendo la etapa más frecuente la de la adolescencia.
Dentro de este tipo de trastornos se encuentran tanto la anorexia como la bulimia. Son sin duda, los trastornos de la conducta alimentaria más conocidos. Es muy frecuente que los pacientes (mujeres en la mayor parte de los casos) presenten a lo largo del tiempo síntomas de las dos (por ejemplo empezar a disminuir la ingesta y a perder peso y con el paso del tiempo comenzar a tener atracones y vómitos…).
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) tiene incidencia en diferentes etapas del desarrollo, desde la infancia hasta la edad adulta, de hecho, afecta entre 4 y el 7% de los niños y hasta el 3-5% de los adolescentes.
El TDAH combina síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad que pueden llegar a afectar el desarrollo de quienes lo padecen, ya que al existir problemas de atención se incrementa el riesgo de fracaso escolar.
Con este trastorno también aumenta el riesgo de desarrollar problemas de conducta a medio plazo, con el consiguiente impacto en el niño o adolescente y su entorno familiar, escolar y social.
En nuestra clínica entendemos que cada paciente con TDAH es único y únicas serán sus necesidades y el tratamiento propuesto.
Estos trastornos comienzan en los primeros años de vida, con la aparición de dificultades en diversas áreas: comunicación, emociones, relaciones sociales, produciendo una ralentización y deterioro del proceso evolutivo.
Además del trastorno del espectro autista, también incluimos el trastorno de Asperger (que presenta un nivel cognitivo adecuado y desarrollo lingüístico aparentemente normal) el síndrome de Rett ( retraso en el aprendizaje del lenguaje y de la coordinación motriz en los primeros años de vida del afectado), trastorno desintegrativo infantil (cuyos afectados presentan un desarrollo normal hasta los dos años, a partir de los cuales se produce una importante regresión del desarrollo pudiendo sufrir manifestaciones similares a las que se observan en los niños con autismo y grave retraso mental) y los trastornos atípicos (los afectados sufren problemas de comunicación, comportamiento y socialización, pero incumplen los criterios específicos para ser diagnosticados en alguna de las categorías anteriores).
Para todo este tipo de trastornos es primordial la atención temprana.
La falta de comunicación en edades tempranas junto a la dificultad para interactuar socialmente o la restricción de comportamiento debido a acciones repetitivas pueden ser característicos de una persona con trastorno del espectro autista.
Estas dificultades pueden provocarle grandes dificultades a la hora de llevar a cabo una vida normal y su detección temprana puede ayudar al afectado a incrementar su nivel de vida futura. No existe un tratamiento para este trastorno, pero con programas y acciones eficaces basadas en las intervenciones de distintos especialistas (pedagogos, psicólogos, logopedas, etc.) puede incrementarse el nivel de vida del afectado.