Aborda diferentes estados como el deterioro cognitivo, demencia, trastornos afectivos, problemas de ansiedad, trastornos de la personalidad y psicosis entre otros.
Nuestro equipo aborda desde un punto de vista multidisciplinar estas situaciones clínicas aportando soluciones específicas y adaptadas a sus demandas.
Estos son algunos de los trastornos más habituales:
En la actualidad, la demencia más representativa para este grupo de población es la enfermedad de Alzheimer. Basada en un deterioro cognitivo y en trastornos conductuales, está determinada por la pérdida de memoria inmediata y de otras capacidades mentales.
Es común en personas mayores de 65 años, con algunos casos de desarrollo prematuro. Su diagnóstico y tratamiento precoz puede facilitar el nivel de vida del afectado, ya que, aunque es una enfermedad sin cura, con el tratamiento adecuado puede ralentizarse su desarrollo y disminuir el sufrimiento que produce tanto en el paciente como a los familiares que le cuidan.
La pérdida de memoria provoca grandes desafíos en el día a día de nuestros mayores dificultando su estilo de vida hasta niveles muy altos. Las relaciones sociales se hacen muy complejas y con ello la sensación de soledad aumenta, lo que a largo plazo puede provocar trastornos graves como la depresión y que pueden acelerar el avance de enfermedades como el Alzheimer.
Es importante llevar a cabo un tratamiento basado en la recuperación de la capacidad cognitiva con el objetivo de mejorar su calidad de vida y el de las personas que le rodean.
A través de terapias cognitivas y conductuales y con un diagnóstico precoz puede retrasarse su aparición y con ello mejorar el nivel de vida del afectado.
El deterior cognitivo así como el deterioro muscular y óseo pueden afectar a las personas de mayor edad provocándoles el conocido como trastorno de la marcha. Este trastorno dificulta la vida del paciente al hacer más compleja su capacidad para desplazarse y afectando a su independencia, eso provoca en muchas ocasiones la caída o inmovilización del afectado, poniendo en riesgo su vida.
El descanso es vital para mantener tanto el equilibrio físico como el mental. El insomnio es muy frecuente en aquellas personas con enfermedades psiquiátricas y dificultan su evolución. El tratamiento del insomnio puede mejorar su nivel de descanso, repercutir positivamente en el tratamientos fr otros tipos de trastornos y, en general, conseguir mayor bienestar para la persona afectada al facilitar su descanso, lo que disminuye la ansiedad y el estrés, y con ello aumenta su capacidad de recuperación.
En las personas de avanzada edad, los deterioros cognitivos o físicos le provocan cambios en su modo de vida que les afecta gravemente, desde insomnio a cambios en el apetito (anorexia, inapetencia) o alteraciones en el ritmo del sueño. Muchas veces estos cambios de conducta vienen definidos por trastornos como la depresión o la ansiedad o por fobias desarrolladas por la inseguridad.
El tratamiento para estas personas debe ser cuidadoso, evitando dañar su confianza.
El asesoramiento por parte de un profesional con experiencia a los familiares de las personas afectadas puede favorecer en gran medida la evolución de los tratamientos que se lleven a cabo. La sensación de soledad o malestar por las relaciones con los más allegados puede actuar negativamente en el proceso y generar un paso hacia atrás.
Por otro lado, el conocimiento por parte de la familia del estado del paciente puede generar estados favorables de intercambio de comunicación que mejoren la situación, por lo que es importante mantener a las personas más cercanas informadas y tratar de actuar de la manera más eficiente posible. Es importante trabajar con la familia con el objetivo de alcanzar el mejor resultado posible.